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1-7. UN EJEMPLO: LAMBARENÉ. ÁFRICA...




UN EJEMPLO: LAMBARENÉ / AFRICA


Como hemos dicho, se puede vivir toda una vida sin la verdad. Y adquirir fama y poder y distintos premios y reconocimientos internacionales. Tal es el ejemplo, entre tantos otros, del Dr. Albert Schweitzer  -Premio Nobel de la Paz 1952,  teólogo, protestante, licenciado en Filosofía, médico, concertista –intérprete de Juan Sebastián Bach-. Desde sus numerosos escritos sobre el Evangelio, Jesucristo, el apóstol Pablo, etc. la frase en la que se apoyaba permanentemente era “la reverencia y veneración por la vida”.

Lo que llamamos en estos escritos “la corriente del mundo” no es ni constituye para nosotros un juzgamiento mucho menos una condena. Ni siquiera una crítica. Inevitablemente tenemos que dar cuentas de la realidad en la que vivimos para descubrir, por ejemplo, que los valores –que muchas veces en el mundo se confunden con el precio- también conforman una especie de idolatría. Y muchos de estos idolizados por la cultura prevaleciente, tienen un contrafrente que es poco menos que muy lamentable.
Hacemos aquí un ejercicio más de lógica biológica y vamos a relatar la experiencia directa de Georges Ohsawa con este Premio Nobel de la Paz, a quién Ohsawa consideraba un hombre de gran espiritualidad.

Es importante seguir percibiendo aquella mesa de la gula del rey Nabucodonosor –o la mesa de la gula del mercado de consumo de la cultura post moderna-  y que todo lo que viene de antes de la antigüedad es la misma “corriente” con la que se encontró Ohsawa en París Francia y la que lo llevó a decir que Nueva York es la capital de los sanpaku del mundo.

Ahora vamos a ver el ejemplo de otro continente : África –entre hombres y mujeres indígenas de otra cultura-.
La mentira –como decíamos- es anterior al bien y el mal.
Por eso es esencial develar la verdad, todo lo cual nos permite comprobar y reafirmar la universalidad del Principio Único del Monismo Dialéctico Polarizable  . Ya está definido que ésta no se trata de una nueva verdad religiosa ni filosófica ni científica  -no es una creencia-  sino que es connatural a todo lo que está vivo, a lo viviente.
De este relato también extraemos la diferencia significativa  entre “pacifistas filántropistas solidaristas idealistas” y la paz.   Porque sólo la paz  nos hará libres de la incalculable esclavitud y sometimiento a la mentira.

El Orden Infinito Universal  - en el que se expresa la creación de Dios-  no está reservado para algunos, para unos pocos o un pequeño grupo selecto o algo así.  Al contrario, es la única posibilidad inherente  a todo hombre y mujer, joven, anciano, niño,...a una iglesia, secta, etc. El crecimiento de esta verdad en cada uno de todos transformará inexorablemente las condiciones de vida.
No es necesario seguir buscando a “los grandes hombres, a los eminentes, a los genios, a los sobresalientes envueltos en la rutilante fama o  el poder” porque entre éstos así tenidos por el mundo ...hay tanto mentiroso, delincuente y criminal como entre cualquiera de los presos en la menos importante de las cárceles conocidas.

A Ohsawa le habían impresionado las manifestaciones de Schweitzer   donde insistía por el respeto a la vida diciendo que no le gustaba matar ni siquiera un microbio.  Por eso lo consideró un hombre de espiritualidad.
Precisamente la acción patógena de los microbios sólo es posible si encuentra el llamado  “caldo de cultivo” –células, tejidos, órganos debilitados con un sistema inmunológico de bajo nivel-.
La alimentación humana que establece la macrobiótica libera tanto a los microbios del hombre como al hombre de los microbios. La víctima es a la vez el victimario desde lo infectocontagioso.

En 1955  llega Ohsawa a Lambarené :

“Lo que se llama “Lambarené” es en realidad un pequeño “pueblo-hospital” fundado por Schweitzer  en la jungla al borde del río Ogoué, en la parte norte del río Congo.
La alimentación del hospital era algo extraordinario para estos dos recién llegados japoneses y macrobióticos.”  Representaba  el promedio normal de la mesa que ofrece y de la cual se alimenta la sociedad de consumo: alimentos desequilibrados, desvitalizados, refinados, etc.
Para el desayuno se servía miel, melasa, mermelada, café o té con leche en polvo y pan blanco. El azúcar era a voluntad. Las frutas en abundancia. El consumo de azúcar era de alrededor de 1 a 2 kg por mes por persona.
Al mediodía como a la noche, se servía cocina alsaciana. Leche descremada, huevos, pescado a voluntad. Casi nada de legumbres y el cereal sólo constituía un 10% de la comida.”

Ohsawa se alimentó con esta comida, no así su esposa.
Ohsawa convivió a la usanza de los nativos: caminaba descalzo y no tomó ninguna previsión ni siguió recomendación alguna ante el peligro de contraer alguna de las llamadas enfermedades tropicales. Fue él quien contrajo inmediatamente las úlceras tropicales  –producidas por las espiroquetas y filarias-. Enterado Schweitzer, le ordenó volver inmediatamente a Europa porque esas úlceras no tenían cura y moriría en pocos días.
Entonces Ohsawa le propone que se curará  él mismo sólo con los principios macrobióticos.
-“¡Imposible! ¡Váyase ya!”- respondió Schweitzer.

“Estas palabras del Dr. Schweitzer fueron  la confesión de la impotencia de la medicina clásica frente a esta enfermedad tropical”

Ohsawa se preguntaba por qué los animales estaban tan bien adaptados a su medio.  Y los ponía como ejemplo de la “adaptabilidad” que, en el hombre y en la mujer es la adopción de la alimentación  según la lógica biológica.
El personal de este pueblo/hospital    ( aproximadamente  40 personas entre médicos, enfermeras, ayudantes voluntarios, pastores y sus familias, etc) y los pacientes se alimentaban con productos traídos de Europa  –mencionados más arriba- . Lo mismo le dieron a comer a  muchos de los integrantes de las tribus que vivían en la zona.

Las úlceras tropicales desarrollan innumerables llagas que se propagan y en cuestión de pocas semanas producen la muerte. Afecta principalmente al corazón.

Después de diez días de alimentación macrobiótica, estas llagas detuvieron en Ohsawa su reproducción, empezaron a reducir ostensiblemente su tamaño y a desaparecer completamente .
La “enfermedad incurable” por primera vez  - ante los ojos del por entonces más grande especialista en la materia-  es curable.   Allí estaba la comprobación.
Ante esto, Schweitzer revisó a Ohsawa  -quien esperaba alguna pregunta y los comentarios lógicos-  guardó silencio y se alejó.

Clim Yoshimi  -en “Biografía de Georges Ohsawa, Una vida de Sueño y  Pasión”-  escribe  al respecto:

El encuentro tan largamente  ansiado y esperado de Georges Ohsawa con “el gran hombre del siglo” finaliza así como un fiasco.
Un enfermo que el doctor Schweitzer mismo declaraba como “incurable”  vino después de una larga caminata a pie y estaba allí  curado , parado frente a él.  Este fenómeno tan poco común...¿no le interesaba al Dr. Schweitzer? Esto no es lo esperable de un científico.
Ohsawa se preguntaba si el doctor  no tenía un prejuicio racial discriminatorio o el sentimiento de la superioridad de los blancos.   En efecto, el doctor no parece escuchar la voz de los indígenas, los gritos de rencor y de odio que resuenan en la jungla por el maltrato que recibían a través de las curaciones a las que eran sometidos en dicho hospital .”

Por nuestra parte vamos a transcribir lo dicho por el mismo Ohsawa en su libro “El Cáncer y la Filosfía de Extremo Oriente”:

“Cuando fui a Africa, Lambarené, para encontrarme con Schweitzer y ayudarlo, para siempre si fuera posible. 
Yo no sabía en ese entonces que él era un simple cirujano, que había estudiado la medicina más sintomática afin de hacerse recibir en Africa como un “médico-brujo”.
Schweitzer no tiene la menor idea de una filosofía monista dialéctica de la vida. Él mata millones de microbios todos los días. Tira la suciedad de su sala de operaciones en el río Ogoué. Opera y amputa. Se escuchan sin cesar los gritos de los pobres negros. He pasado muchas noches sin dormir a causa de los enfermos que gritan toda la noche.
Yo empecé a enseñar cómo curar la enfermedad sin amputar, ni drogar sino sólo con una alimentación simple y natural.
La epilepsia, la enfermedad de Hodgkin, la lepra, las úlceras tropicales, el asma, etc. Todas las atroces enfermedades tropicales se curan sin ninguna dificultad.  Los enfermos me frecuentaban cada vez más. Los negros venían en pequeñas piraguas atravesando la jungla. Doscientos kilómetros.
Un jefe de la tribu vino a verme: “Estábamos mucho mejor hace 35 años. Fue después de la llegada del “gran doctor”  que nos volvimos débiles, poco resistentes contra las diversas   enfermedades –muchas de las cuales nos eran desconocidas antes- .
Ya tres tribus desaparecieron completamente. El “gran doctor” nos trajo mezcladas tantas cosas nuevas que  algunas seguramente  son malas: vinos, leche condensada, medicamentos, amputaciones.
Una vez que nuestros amigos son hospitalizados, la mitad sale amputado e inválido para siempre. La otra mitad queda allí, hospitalizado para toda la vida trabajando penosamente como ayudante enfermero, cocinero, carpintero, jardinero...
Nos volvimos pobres esclavos a causa de la medicina.
Usted no emplea ningún medicamento, no amputa. Nos enseña solamente  qué y cómo comer para curarnos nosotros mismos.”
En Africa Negra  pude constatar los múltiples errores cometidos por la medicina sintomática: enfermedades iatrogénicas, diagnósticos erróneos, mutilaciones inútiles, etc.
Los médicos blancos declaran: “Los negros son sexualmente inmorales. Casi todos tienen gonorrea.”
Pero en realidad no se trata de verdaderos casos de gonorrea. Por otro lado, la sociedad indígena
 –siendo muy poco numerosa- no tiene prostitutas. Los indígenas no son particularmente inmorales. Pero...cuando se come mucha fruta rica en vitamina C (mangos, alcauciles, etc) se produce una inflamación de la uretra y frecuentemente de la vejiga –síntoma completamente parecido al que produce la gonorrea-.
Vi el Infierno en acción en la jungla del Africa Negra.”

Podemos decir “esto es muy fuerte”...Es tremendo, ocurrió aquella vez en Lambarené, en África en 1956...
Entre nosotros –los civilizados de la cultura blanca, predominantemente cientifista-  también escuchamos los gritos inaudibles de cientos de miles, de millones y cientos de millones de enfermos internados en hospitales y sanatorios que reproducen lo mismo de Lambarené.
Estamos amansados por toneladas de sedantes, antibióticos,  calmantes y toda clase de tranquilizantes que incluyen la propaganda incesante   -cuyo efecto hipnótico nos hace relativamente distintos a los negros de Lambarené-.
Sin embargo, sus gritos de impotencia, su dolor es nuestro dolor. Son nuestros gritos.  Y podemos dejar de ser las ovejas cautivas de los corrales culturales  donde se hacinan el dolor, la credulidad y la sumisión a la peor de las esclavitudes que es la mentira...con la que nos supieron convencer, entre la que tratamos de seguir sobreviviendo.
Aún así, después de 2000 años, sigue resonando  -por encima  de tanto grito, dolor y mentira -  la enseñanza de Jesucristo.  Él venció al mundo y nos salvó. Él es el Camino porque es la Verdad y la Vida de ese Camino y esa Verdad.

“Después Ohsawa vuelve a su choza esperando con una luz de esperanza recibir una carta del Dr. Schweitzer invitándolo al hospital para hacerle preguntas y examinarlo para ver si la enfermedad había sido verdaderamente curada. Esperó dos semanas, en vano. Adiós África! ¡Adiós Lambarené!

El 23 de febrero de 1956 Ohsawa  y Lima se despiden de Lambarené y regresan a París .
En el aeropuerto, bajo un sol implacable, cientos de negros que habían recibido instrucciones directas de Ohsawa y habían sido curados , fueron para desearle buen viaje.”
¿Por qué fueron a despedir a Ohsawa tantos negros de las tribus?   Por gratitud, por reconocimiento. Agradecidos.

Ohsawa, estando en Lambarené, escribió, obsequió y dedicó al  Dr. Albert Schweitzer su libro “La Filosofía de la Medicina de Extremo Oriente. El libro del Juicio Supremo” donde relata innumerables curaciones de los nativos con sus directivas macrobióticas –afectados por lepra, enfermedades  venéreas, cardíacas, etc .

Cuenta Ohsawa sobre un paciente pastor:

“El enfermo, de 62 años, es el pastor Mayer  del Centro Protestante que se encuentra sobre la costa del río Ogoué a dos kilómetros río arriba del Hospital Schweitzer en la jungla africana.
Tenían tres hijas (1, 3 y 5 años), también muy enfermas. Estaban muy preocupados por ellas pero para consultar a un médico debían llegar a la costa del mar –distante cientos de kilómetros de su casa-
Su mujer sufre hace quince años de dolencias curiosas: dolor de cabeza perpetuo, dolores punzantes por todo el cuerpo, tics continuos, inflamación del conducto lagrimal, dolores de encías y hasta está desdentada, etc. Además ha sido operada dos veces en 1934 por afección ovárica pero desde allí, sufre de dolor continuo en el vientre.
Toda la familia comía solamente  alimentos envasados traídos de Francia.
El pastor pasó una vida completamente piadosa, entregada a Dios. Luego de una larga vida de servicio, contrajo numerosos males: cataratas (perdió la visión de un ojo), prostatitis, enfermedad cardiaca, úlceras crónicas incurables en los pies (quizás de origen leproso), urodinia, etc.
¿Por qué este sufrimiento fue enviado por Dios a este piadoso pastor?
Después de una larga vida tan dedicada a Dios, a los 62 años se debe sufrir todavía? ¿Es esto la vida? ¿Cuál es el significado de la vida cristiana piadosa?  Él no tiene fe pero creyó profundamente en la gracia de Dios durante 40 años...¿Dónde está el Reino de los Cielos?¿Dónde está Dios? ¿Es una decepción sus largos años de prédica? Está al borde de sus fuerzas!    Pero la infelicidad es el barómetro o la balanza de verificación de una vida.
 La felicidad depende de nuestra facultad de juicio.
Aquel que tiene la clarividencia, la concepción de la vida y del universo,  la visión no sólo de todo lo que se encuentra en el presente  en este mundo relativo sino en el infinito (en el pasado tanto como en el futuro) ... jamás será infeliz.
Allí está la verdadera fe. Pero este hombre no tiene este tipo de fe. Lo que él tiene y lo que él llama  fe es una creencia sin razón. Es la ignorancia –ignorancia muy valiente (credo quia absurdum).
La ignorancia llamada “fe” es un falso pasaporte librado por los profesionales religiosos.

El pastor y su mujer habían comprobado netamente que no hay ningún medicamento ni operación para salvarlos. Pero, dependiendo todavía de la medicina, ellos no han comprendido la fe de Jesús.
La fe, es la independencia completa, la libertad infinita, la felicidad eterna y la justicia absoluta.
Con esta fe bien establecida, nada le será imposible, no tendrá sufrimientos y, mucho menos, ningún miedo. Usted nunca más dependerá de alguien ni de ningún instrumento.
El pastor y su mujer me comprendieron  muy  bien  y prometieron purificarse de su “pecado original”, de la falta que habían cometido . en la creación de esta vida fisiológica y biológica, es decir: la elección, la variedad, la preparación de los alimentos y la manera de comerlos.
Comer es crear una vida nueva para siempre, sacrificando al vegetal y sus productos.
Si se comete errores es, literalmente, el “pecado original”.
El pastor me dio mucha esperanza: hasta un simple africano, un piadoso servidor durante toda su vida, inocente y primitivo, podía comprender que la medicina paliativa sintomática debía ser sustituida   por la fe. E, igualmente, que la fe debe ser el otro nombre de la medicina suprema que cura toda enfermedad fisiológica, psicológica y espiritual.

Curar la enfermedad  -la que no es otra cosa que el resultado de nuestro juicio bajo, eclipsado o velado-  con medicamentos o inyecciones   - es decir, con  otros productos de nuestro juicio bajo eclipsado y velado- es una “mentalidad  primitiva” que pone su confianza en la brujería.

El pastor y su mujer sólo tienen síntomas Yin. Demasiado azúcar. Siendo pastor, consigue con más facilidad chocolate, postres, azúcar y frutas. Más que otras personas.

Nos quedamos en su casa durante tres meses y, en ese lapso, tanto las niñas como sus padres encontraron la salud. Fue una alegría ver correr  en la jungla de África a estas tres niñas... ¡en quimono japonés!.....

¿Pero por qué este “pecado original”?
¿Por qué nos equivocamos tan frecuentemente?
¿Por qué hay tantas cosas apetecibles en apariencia y tan nocivas para nuestra vida en este mundo?
¿Por qué todo lo que gusta a nuestros sentidos es tan nocivo?
¿Es un error de parte de Dios?

¡La maldad divina no existe!

El Principio Único responde:
Si no existiera un comienzo –por ejemplo “el pecado original” o lo que sea -  no habría  un final. Según la primera ley del Orden del Universo –el Principio Único-  desde el momento en que este mundo tiene un origen o un comienzo , habrá ciertamente un fin.
Para aquel que cree que  “el pecado original” es una ficción de otro mundo, este mundo donde vivimos está lleno de males y esta vida es siempre otro nombre  de la infelicidad.
Pero para aquel que conoce la concepción del universo y sus leyes. “el pecado original” no es  otra cosa que el comienzo del Reino de los Cielos, el paraíso de la libertad infinita, de la felicidad eterna y de la justicia absoluta.
¿Por qué nos equivocamos con tanta frecuencia?
Porque dependemos demasiado de nuestros sentidos –que sólo sirven  en este mundo relativo, ilusorio y efímero  / mundo sensorial-.
Muchos buscan la felicidad eterna, la libertad infinita, la justicia absoluta y la belleza sobrenatural a través de los lentes de los “sentidos”. Es como leer una novela con un microscopio para magnificar y multiplicar la alegría de la lectura mil veces. Es como escuchar la Novena sinfonía de Beethoven  todo el día, semanas y semanas, para comprender a Beethoven mil veces más profundamente.

La ciencia moderna y analítica se esfuerza en  inventar los instrumentos más fuertes  para fortificar esos “sentidos” –mentirosos o ciegos-  He aquí por qué la infelicidad y los males del hombre moderno aumentan y se multiplican día a día.   Pero...Más grande el frente, más grande su contrafrente..., más grande la infelicidad  -   más grande la felicidad.   El hombre que parte del “pecado original” está destinado a culminar en la felicidad eterna al final.   Mientras que aquel que ignora o niega el pecado original no se podrá salvar nunca  de la infelicidad.”

Con la Macrobiótica, Ohsawa le llevó a Schweitzer la doctrina concreta para la paz.
Recordamos la experiencia de Michio Kushi cuando entrevistó al Dr. Einstein,  a Norman Coussins, Thomas Mann  -quien había concebido un orden mundial armónico-, entre otros. Sin embargo, la respuesta de éstos a Kushi fue. “ No sabemos. No sabemos cómo volver la naturaleza humana pacífica”.  Entonces le dieron el cliché del momento, como justificación: “Solamente tienes que comprenderte a ti mismo”.
Frases...más o menos bien hechas. Pero no conocemos todavía alguien que se comprenda a sí mismo como para que de esta comprensión surja la paz mundial...

Según hemos visto y comprobado, la Paz depende de la Voluntad y ésta de una expresión permanente de la Vitalidad, la que a su vez se origina en  la transformación de los alimentos según el orden Infinito Universal.
Decía al respecto Ohsawa en su “Libro de la Vida Macrobiótica”:

“En su origen, la ciencia es un estudio físico que continúa las investigaciones de Epicuro y Demócrito, limitadas sólo al mundo visible. Evidentemente se encuentran allí sistemas de educación fundados en la filosofía, la religión, la moral y las ideas pero...no son más que accesorios del mundo físico.
Antes del Renacimiento, la educación era más bien creyente, mística y supersticiosa. Fue considerada como no realista y esta manera de ver ha sido formalmente descartada de la educación que luego, desde la Edad Moderna,  se generalizó. En consecuencia, esta educación no se ocupa de la metafísica, ni estudia la espiritualidad, la Salud, la Belleza ni el Arte. Sólo las admite técnicamente tratadas.
Así, la educación moderna queda impotente frente a los efectos del aumento de una juventud desorientada y dislocada, frente al cáncer    -que es la causa del 30% de los muertos  entre los escolares de Tokio-   o frente a la aparición de diabéticos a los 12 años... Igualmente sólo sabe quedarse de brazos cruzados frente a las guerras y las masacres. Lo mismo frente a la situación de América donde una persona cada diez es golpeada por una enfermedad mental al menos una vez en su vida.
Ni Bertrand Russel, ni Schweitzer, ni Toynbee, ni el Papa, ni Sartre ni ningún político pueden encontrar un método que frene esta agresión miserable, inhumana, sin igual en la historia.
La primer página de los diarios de los países civilizados hablan, de la mañana a la noche, de crímenes, de infelicidad, accidentes. Ellos exponen así sólo la parte visible del gran iceberg del crimen y de la incapacidad de la educación moderna.  La prueba es que todo esto no se encuentra  jamás o casi nunca en los países que no han recibido gran difusión de esa pretendida educación.
Cuanto más desarrolladas son la civilización y la educación, más enfermedades, infelicidades y crímenes atroces se  presentan.
Las armas más modernas –que es  el mayor invento de la ciencia-  hicieron posible las grandes masacres y destrucciones como jamás se vieron en la historia de la humanidad.  Las masacres de Auschwitz y las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki no han sido más que preludios  -  Estas bombas fueron  fabricadas por el científico Oppenheimer –del grupo de Einstein-  y mataron 314.000 personas en esas dos ciudades. Y luego de 20 años...continúan matando lentamente a los sobrevivientes.”

Así debemos prestar suma atención a la advertencia y llamamiento del Dr. Heitler  -por entonces director del instituto de Física Teórica de Zurich-.  En el mismo sentido se expresó David Bohm  -aquel eminente físico que renunció al plan Manhattan y se negó a participar en la construcción de la primer bomba atómica_. La ciencia sin conciencia está llevando al mundo a la catástrofe.
Dijo Heitler al respecto:

“La civilización científica, después de progresos extraordinarios, terminó en la locura espiritual.
Para salvar al mundo de esta miseria sin igual sobre la Tierra y prevenir de la ruina que se aproxima para toda la humanidad, se debe ante todo salvar de la locura y de la psicosis  a esta ciencia y esta civilización.
La civilización científica se equivocó desde el comienzo.  Su búsqueda sólo perseguía un fin: la ocupación y la dictadura en el mundo visible, el mundo físico de la materia, de las partículas elementales, etc... Olvidaron que estaba la espiritualidad infinita y el espacio universal más allá del mundo de las partículas limitadas y efímeras.
Porque aquello que es lo más precioso para la humanidad  es el mundo invisible, el mundo de la espiritualidad.
Inmediatamente debemos frenar toda investigación física y comenzar con todas nuestras fuerzas la investigación dialéctica  del mundo metafísico, el mundo de la civilización espiritual, del Orden del Universo Infinito...!”


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