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2-3. EL AYUNO HOY. AYUNO TERAPÉUTICO Y AYUNO RELIGIOSO





Es notable y notablemente trascendente que, por un lado, Nuestro Señor Jesucristo  nos enseña a darle de comer al que tiene hambre y, por otro lado, nos dice que para vencer al mal es necesario la oración y el ayuno. Pero no es fácil orar con hambre...
Un reconocido  predicador evangelista de Puerto Rico  -José Joaquín “Yiye” Ávila, a quien no conocemos personalmente ni tenemos ningún tipo de relación( en su  libro “El ayuno del Señor. Ayuno de Victoria” / 1973 Colombia): expresó su asombro porque veía a  los cristianos y dirigentes evangélicos, al menor dolor físico o aparición de enfermedad correr desesperados al médico y  especialistas...  A la vez menciona a un eminente teólogo y filósofo protestante norteamericano que, desde su cátedra, así como así afirmó que el ayuno era innecesario y una cuestión del pasado.

Nosotros creemos que hoy el ayuno es peligroso.  El ayuno sigue siendo el más poderoso recurso de eliminación de toxinas–con innegables y comprobados efectos terapéuticos para la curación-.  / Ver “Vida Grande I”

El ayuno terapéutico – en personas omnívoras, las que comen de todo- es recomendable que sea controlado por médicos.  El organismo privado de alimentos sólidos, se alimenta de sus propios contenidos (grasas, tejidos, etc)  -los cuales son el depósito de residuos tóxicos-. Incluso elimina sustancias químicas ingeridas por las distintas medicaciones del pasado, que son venenos letales.
El ayuno religioso –por mandato y fe-   no es comparable al ayuno por necesidad terapéutica. En éste, los riesgos pueden ser graves. 
Pero, estos riesgos son superados y minimizados en los distintos niveles de alimentación macrobiótica –uno de los cuales (el nivel vegetaliano) sustituye al ayuno terapéutico, fortaleciendo la vitalidad, por lo tanto generando salud / energías de vida, absteniéndose de comer alimentos y tomar bebidas desvitalizados y contaminados con sustancias químicas –excitotoxinas, etc- y consumiendo alimentos biológicos integrales y vitales.  /  Ver “Vida Grande I”.

Y el mundo fue vencido  -y con él, la muerte, el mal, las enfermedades, satanás, los miedos y la mentira-.  Entonces Jesucristo es Vencedor de vencedores y nuestro  Salvador y Redentor.  Y los cristianos...¿somos vencedores de vencedores o decimos y repetimos automatismos verbales y conceptuales?

Siguiendo el significado del lenguaje evangélico, el alma está compuesta por las emociones, la voluntad y la mente.  Sobre estas posibilidades crece y llega a predominar el “yo” –que es la memoria del pasado, limitada por el tiempo- , el mismo y viejo yo que se reveló y se opuso a Dios desde el principio.   La arrogancia del “yo”  que no acepta el modo de ser  hijo de Dios en el mundo. Sus consecuencias constituyen el entretejido que estructura mentalmente  la finitud del mundo. Y, con ella, el desorden. Para entonces es mucho más lo que se le da al César que a Dios. Y el dios invocado no es el dios de la fe sino la versión para el endiosamiento del yo. –Idealismo materialista-.


La dualidad es desorden  -origen de la corrupción-  y constituye la pérdida de la Unidad  -que es el orden de lo posible dentro del cual se concibe el Espíritu-. Esto ocurre en la embriogénesis humana que se multiplica miles de millones de veces  -en tamaño, forma y complejidad- en un diseño inimitable de  tejidos, órganos, huesos, nervios, glándulas, etc.,etc. Nueve meses después, de este embrión nace el bebé humano. –El hijo-.  Él resume la historia humana. El hijo del hombre. Nacemos en la tierra concebidos por un hombre y una mujer, por cuya unión biológica son nuestra madre y padre, los que a su vez nacieron como hijos.
Madre o padre es una elección y posibilidad. Por eso se dice que el hijo es el padre del hombre tanto como la hija es la madre de la mujer.
A su vez, de acuerdo con el Principio Único, en la síntesis de la energía universal, nuestra dialéctica trasciende a la idea filosóficaque instituye la antítesis y la oposición, en el marco limitado del materialismo idealista.   Nuestra dialéctica instituye en la Síntesis Universal la complementariedad.

La oposición es un defecto representado por la existencia del pensamiento y la idea.  La síntesis existencial es la verdad implicada. Mientras que aquella –la dialéctica filosófica- tiene como marco a la historia, ésta – nuestra dialéctica-  es universal e infinita.
Así, el tiempo  -como fue comprobado por Einstein- es relativo.  Y uno de los científicos más importantes de la Física Moderna  -David Bohm- comprobó que el tiempo es irrelevante.

El crecimiento orgánico es por imbibición  -implicado-, o sea, que es de adentro hacia fuera según el orden de la naturaleza infinita.  Difiere de éste  el orden mecánico –que es una yuxtaposición, una suma de partes o un ensamblaje-.
Al  hombre limitado por los seis juicios bajos, le resulta difícil comprender la diferencia entre la creación, el creador –Dios- y la libertad inherente que diferencia lo creado  y la vida de lo inventado y construido  por el hombre, para el endiosamiento de su imagen y poder-.


Georges Ohsawa demostró que el patrón de este orden orgánico es la relación 1 a 5  Sodio / Na  -  Potasio / K.
Esta es una definición de proporción.
Cada diez días cambia la sangre el plasma. Es posible entonces cambiar, transformar dolores, síntomas, detener enfermedades, incluso el crecimiento de tumores cancerosos.
Esta definición no es determinada por el tiempo sino por el movimiento.
Con la misma proporción en 90 días  el movimiento cambia, renueva el ciclo de máxima regeneración que incluye las células, los tejidos hasta  incluso las células óseas.

En el movimiento vital no existe el cero.  Es una abstracción que no tiene manifestación concreta a diferencia de los dígitos y el resto de los números.
Y las transformaciones se van profundizando con la expansión de la unidad que se representa en los dígitos indivisibles –los impares-  del 1 al 3, 5, 7 al más elevado que es el 9.  Así, dicha expansión de la unidad produce el 2, que es su opuesto y a la vez complementario  y constituye el PAR   -de donde proviene pareja, matrimonio, familia, individuo-, produciendo una de las tríadas: padre-madre-hijo.
Y el 10, compuesto por el 1 y el cero que, como abstracción se representa para indicar un nuevo ciclo sobre el anterior. Y, gráficamente, el círculo se asemeja a una vuelta completa de la  espiral  -que representa la totalidad, cuyo límite es el infinito-.
Así, los 90 días son el producto de la multiplicación de 9 por 10.
Con esto, los cambios que se producen en los primeros días  -con la alimentación que nosotros identificamos con el Árbol de  la Vida ejemplificados en los cinco cereales integrales: arroz, trigo, maíz, cebada, avena.-   se van profundizando. Y este movimiento va recorriendo toda la geografía que representa al cuerpo como un campo unificado animal-humano.

La alimentación “vegetaliana” y/o Macrobiótica es en base a cereales integrales. No incluye carnes ni subproductos, ni leche y subproductos, ni dulces de ningún tipo.
Esta es otra definición del VIVERO PARVO que es vivir comiendo, según el Orden y la Justicia Universal, lo necesario para generar salud y vitalidad.   Tanto una como otra se van autogenerando en esta ecología universal a mayores niveles  -de acuerdo al recorrido del movimiento-  y constituye de por sí lo que se llama “ayuno parcial”, al cual nos referimos anteriormente.
El Señor Jesucristo  ayunó –no comió alimento alguno-  durante 40 días  que es la multiplicación de 10 por 4: Ya sabemos qué es el 1. Y el 4 representa a los cuatro elementos básicos que componen la materialidad del cuerpo y el espacio (Ver “Síntesis Social”): aire, agua, fuego/sangre, tierra/minerales.

Nos hemos referido al primer ciclo regenerador de 90 días. Si a éste lo multiplicamos por 4 nos da 360 – total de grados de un círculo-   que corresponde al tiempo del recorrido de la totalidad.
Esta es una introducción mínima que, de acuerdo al Orden Infinito, nos permite empezar a entender el proceso generador –a grado y escala- de tal manera que se concibe el cambio para la transformación y desde ésta la transmutación.

El ayuno total / ayuno para el todo y en el Infinito /  incluye trascender la actividad de la mente
 - circunscrita y limitada  por los seis juicios inferiores arriba antes citados- y la liberación del alma de la cautividad, aprisionada por las presiones centrífugas y expansivas que la atraen y la retienen en la tierra  -ley de gravedad-, que representa al mundo sensorial o los seis juicios. 
Esto es orar en el silencio que Dios nos escucha. Es el espacio, el vacío y la nada donde está plasmada la Voluntad de Dios. Nada podemos agregar a lo creado. Ningún mérito es posible ni palabra alguna es desconocida y podemos comunicarle a nuestro Padre porque, precisamente, todo hecho está por su palabra Creadora. ÉL escucha nuestro silencio como la mayor ofrenda, la más grande consagración y entrega. Y obra en nosotros su Espíritu de Vida, que se va haciendo revelación en el diario vivir.
Todos los caminos conducen a Dios y este Orden Universal Infinito es uno de ellos.
 Pero no todos lo transitan todo y entregan lo mismo todo.
De acuerdo a esta representación, muchas de las preguntas persistentes que no encuentran respuesta , irónicamente, en el mejor de los casos dicen “es la voluntad de dios” o “dios lo quiso así”.




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